En el segundo lugar encontramos a Tauro, el primer signo de Tierra, elemento que representa la materia, la concreción y en este caso la carnalidad. Suele tener formas suaves y sensuales como Adele o Laura Pausini o una constitución bien plantada como David Beckham: ese tipo de actitud física que atrae. Tauro suele ser reservado y silencioso (a veces es difícil entender exactamente qué leer en sus silencios), tal vez muestre un lado incluso un poco tímido: al hacerlo se convierte en un imán de sensualidad, porque en realidad el misterio siempre juega un papel fundamental a la hora de trazar los límites del encanto. A diferencia de Aries, su vecino del Zodíaco, Tauro no tiene una actitud competitiva ante la vida, sino al contrario, sabe esperar el momento adecuado para las cosas. Un poco como el Minotauro en el laberinto de Minos, Tauro espera, por lo general deja que el otro dé el primer paso: su actitud puede parecer «pasiva» pero nada que ver. Al igual que «Toro Sentado», sabe perfectamente bien que puede permitirse el lujo de no moverse, porque su encanto magnético llevará a su «presa» directamente a su guarida.