Venus entra en la octava casa de la renovación y las transformaciones más profundas. Es un tránsito que te empuja a tamizar las relaciones e, incluso antes, a revisar tu propia forma de amar y relacionarte con los demás. «Esto lo acepto, esto ya no lo acepto», parece un carnero, con una lucidez y claridad de propósito que parece una «espada». Está dispuesto a romper relaciones y relaciones interpersonales que ya no lo representan. Pero también a entregarlo todo, en cambio, en esas relaciones emocionales que funcionan.
Es por eso que, si una relación todavía tiene la sangre vital adecuada, en este período puede sentir el deseo de dar ese paso adicional. Una promesa de mayor compromiso, un proyecto de matrimonio o convivencia, o cualquier otro movimiento que eleve la relación una octava más arriba. Es un tránsito que (re) enciende la llama de la pasión y el entendimiento con la pareja. Especialmente para las parejas que han pasado por altibajos, que ya no pueden comunicarse verbalmente, puede ser de gran ayuda acortar la distancia.
Incluso en el trabajo, Venus en Escorpio representa un pequeño empujón para jugársela en todo. De ir de frente con los «cuernos» ante todas aquellas situaciones que avanzan con agotadora lentitud. Aries «maneja el juego», comienza a hacerse notar con mayor insistencia, tal vez incluso para dar un «ultimátum». En algunos casos, es como si dijera «¡Yo hice lo mío y no espero menos de ti!». Empieza a exigir que se respeten los acuerdos y se cumplan las promesas. Su espíritu guerrero se despierta. Sabe lo que hace y está dispuesto a defender lo que ha construido y lo que es legítimamente suyo. De igual forma, quienes tienen una sociedad están dispuestos a luchar para que su compromiso tenga el peso justo en las decisiones y en la repartición de los frutos.