El Ascendente de Acuario me hace pensar en dos vehículos diferentes, así como dos son los regentes planetarios del signo. El clásico, ligero y silencioso globo aerostático y el platillo volador, que conduce a mundos nuevos e inexplorados: ambos capaces de recorrer trayectorias que de otro modo serían inaccesibles. Su enfoque de las cosas es original, rebelde, impredecible: es un pensador libre, constantemente fuera de la manada. Vive en los extremos: es alegre y sociable, con una vena oculta de timidez. Le encanta rodearse de amigos, pero de vez en cuando siente la necesidad de estar a solas consigo mismo y escuchar sus silencios: en estos casos, casi logra volverse invisible.
En el amor, es apasionado y capaz de gestos de gran magnificencia que pueden caer en la megalomanía, sobre todo en la fase de cortejo. Es más fácil que te envíe 100 rosas rojas que un ramo de flores silvestres. Él sabe ser fiel y estar presente, pero tendrás que hacerle comprender constantemente que para ti él es el mejor de todos: el más bello, inteligente y valiente. Es competitivo, pero no acepta el segundo lugar: si la pareja no le hace sentir el «número uno» continuamente saca a relucir su lado más susceptible, junto con un hilo de inseguridad.