CÁNCER: VENUS EN PISCIS

Este nuevo Venus despierta un alma más emprendedora y audaz en Cáncer, y marca el comienzo de una fase de recuperación a 360 ​​grados. Enero y febrero fueron meses muy pesados, no hay duda, y también hubo muchas secuelas en el mes de marzo. Muchas fueron las pruebas, los retos ante los que Cáncer se sintió «chiquitísimo» y de los que ahora sale con la frente en alto, muchas veces victorioso. Ahora ya se siente más seguro de sí mismo, encuentra determinación, entusiasmo y espíritu de conquista. «Desafíos» en el trabajo, especialmente si se sentía atacado, desafiado. Si ha tenido que pasar por un período de prueba sintiendo todas las miradas puestas en él. Pero también desafíos en el amor, especialmente para aquellos que han cultivado uno no declarado (o no correspondido), o para parejas que han pasado por momentos difíciles.

¡Ahora dejamos todo esto atrás, y entramos en un mes de abril que devuelve energías, coraje, confirmaciones y pequeñas victorias! Los solteros vuelven a florecer, se recuperan y comienzan a hacerse ver cada vez más. Muchos nuevos encuentros pueden tener lugar durante un viaje, con motivo de un viaje de negocios o, en cualquier caso, con personas alejadas de la esfera de los conocidos habituales. Aquellos que tienen entre manos una afectuosa amistad, que hasta ahora no ha “florecido” en algo más romántico, encuentran por fin el empujón adecuado para tomar la iniciativa. Sobre todo, si además, a hacerlo frenar en las últimas semanas ha sido el miedo a ser rechazado. Ahora prevalece el espíritu de conquista: “¡soltemos las cartas y veamos lo que podemos ser”!

Esta misma iniciativa empuja a quienes viven en una relación candada de mover las aguas y enfrentar la situación. Cáncer está (finalmente) aprendiendo a vivir relaciones afectivas en base a sus deseos y ya no en base a un sentimiento de “necesidad”. Incluso antes de eso, está aprendiendo a «ser suficiente» para sí mismo, y el otro se convierte en una opción, nunca en una necesidad. Y esto lo cambia todo, porque ya no está dispuesto a dejar de lado sus propias necesidades y conformarse con lo que pasa por el convento. Si algo no le convence, está dispuesto a pedir explicaciones, a pedir más atención, a volver «al centro». Porque el otro -y esta es la verdadera revolución- vuelve a ser una libre elección y no la respuesta a un estado de necesidad.

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