Virgo marca la segunda «aparición» del elemento tierra (expresión de concreción y pragmatismo) en la escena del Zodíaco. Pero si la de Tauro es la tierra fija del ladrillo, que da solidez y resistencia al edificio, la de Virgo es la tierra móvil de las soluciones. Más dúctil y maleable, capaz de adaptarse a las circunstancias y buscar la solución adecuada.

Porque esto es exactamente lo que hace Virgo: se detiene en lo que no funciona y buscan una forma de solucionarlo, a menudo con ideas originales e innovadoras. Al escanear lo que está a su alrededor a través de la lente de una atenciónincomparable, porque sabe que en ese detalle (aparentemente insignificante) que todos se han tomado a la ligera, puede acechar la falla que compromete todo el sistema.

Una atención que algunos incluso definen como «maníaca», por lo que Virgo es quizás el signo más penalizado por los clichés de la astrología prêt-à-porter. Porque siempre se centra en su rigor lógico y pierde de vista la real esencia del signo. Lo que le importa, de hecho, no es el orden de los cajones, sino el de un sistema que funcione. Un orden basado en la lógica, donde cada acción corresponde a una determinada reacción y que, por eso, puede ser organizado bien. Porque lo que realmente odia son las cosas dejadas al azar, el «después vemos» de quien pospone los problemas sin abordarlos.

Y aquí llegamos a otro punto relevante: en Virgo, la atención dispara inmediatamente el engranaje del cuidado para lo que tiene que ser sostenido, incluso emocionalmente. Porque a sus ojos, para usar las palabras del maestro Battiato, amar significa cuidar a alguien o algo. Y una cosa debemos decir a favor de tu signo: bajo el manto racional, se esconde un alma más emocional y sensible. Un alma capaz de conmoverse raptada por la belleza del cosmos, antes que de su orden.