HARRY CONTRA VOLDEMORT: LA SAGA DE HARRY POTTER ENTRE LA ASTROLOGÍA Y LA MITOLOGÍA

Como el polo positivo y el polo negativo de un sistema eléctrico: uno es tan fuerte como el otro, es justo el signo opuesto. Uno es némesis y alter ego del otro. La fuerza de uno es anti-fuerza del otro. Es por eso que Harry es el único que puede derrotar a Voldemort, porque es parte del mismo sistema, está en el centro del mismo sistema en el que Voldemort representa los suburbios más oscuros.

Y es por eso que, correctamente, la profecía de Sibilla Cooman, una maestra de Adivinación en Hogwarts, afirma que solo un niño, nacido a fines de julio, podría ganar a Voldemort porque es igual a él y, que «ninguno de los dos hubiese podido vivir si el otro no hubiese sobrevivido». Porque no puede ser destruido un solo lado de una misma moneda.

Este razonamiento lo percibí instintivamente mucho antes de acercarme a la astrología y de  leer guiones, eventos y dinámicas a través de esta lente de aumento. Pero incluso entonces, ya tenía una convicción sobre el epílogo de la saga. Estaba convencido de que la idea básica de Rowling era terminar la historia con el final de ambos. El único epílogo posible era: ambos vivos, o ambos muertos. O más bien: que quien de los dos hubiese demostrado de superar el ego y el deseo de dominar al otro, dedicándose al sacrificio, hubiese resucitado como Harry resucito al final de la historia, después de ese paréntesis poético y suspendido en la cual se vuelve a ver Silente. Porqué la dialéctica entre el Sol y Plutón como un contraste entre el centro y la periferia siempre produce una lucha, un tira y afloja donde cada extremo intenta llevar al otro a su lado. Pero, considerando estas dos fuerzas como las dos caras de la misma moneda, la verdad se vislumbra: el equilibrio del sistema surge únicamente de su compenetración correcta. Ambos son necesarios para definir, contener y estimular el polo opuesto. Comprender esto es la «tarea» del Sol (y de Harry) precisamente porque está iluminado y radiante. No es la tarea de Plutón, que en cambio representa un «motor» instintivo de la vida que no puede auto-contenerse. Puede pedirle al volante, al eje de la transmisión y, especialmente, al conductor de un automóvil que mantenga un cierto rumbo, que mida la velocidad y que preste atención al tráfico. Pero no se le puede pedir al motor que «no gire» sin detener la marcha.

Y este es el significado del sacrificio final que parece concluir la saga. La recompensa, por supuesto, está representada por un Harry vivo y saludable, que acompaña a sus hijos al Expreso de Hogwarts y que representa el equilibrio «adulto» de una madurez que ha sido capaz de interpenetrar y reunir los dos extremos, el Sol y Plutón, el Centro y la Periferia, donde el proyecto de la vida y la energía vital caminan en la misma dirección de crecimiento.

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