¡Hola a todos! ¿Cómo están? Hoy, después de más de un año en Escorpio, Júpiter cambia de posición en el tablero zodiacal y llega a su domicilio en Sagitario. «Domicilio» porque Júpiter es el regente del signo, en Sagitario está en su casa. Porque Júpiter es el planeta del crecimiento, la expansión y, más en general, de la capacidad de ir más allá, de mirar más lejos que tus narices, de superar las fronteras para ver qué hay más allá. Es precisamente debido a su relación «privilegiada» con Júpiter que Sagitario es el gran explorador del Zodiaco, pero la de «ir más allá», como veremos también, es la enseñanza que este nuevo Júpiter (en Sagitario hasta el final del próximo año) Donará a todo el zodiaco.
Antes de profundizar el tema, veamos quién es Júpiter para la astronomía y para la mitología, ya que nos ayudará a entender las cualidades y características de Júpiter para la astrología. Desde un punto de vista astronómico, Júpiter es el planeta más grande y denso de todo el sistema solar. Sus dimensiones corresponden a 1/4 de las del Sol (!!!) y su densidad es 2.5 veces mayor que la de todos los otros planetas juntos. En otras palabras, es un «gigante» que gira a una velocidad inimaginable: a pesar de sus dimensiones titánicas, realiza un giro en sí mismo en 12 horas, la mitad del tiempo que toma la tierra. Es más, creo que sea otro de sus records. Incluso en astrología, Júpiter es sinónimo de grandeza, expansión y, en cierto modo, también de exceso. Como en la mitología, donde Júpiter es Zeus, rey del Olimpo, soberano de los dioses y de los soberanos. Generoso en dar sus regalos pero también un poco caprichoso. Es el hijo del titán Cronos (es decir, Saturno) que, según la mitología, se come a sus hijos para evitar que su progenie (es decir, el nuevo avance) pudiese suplantar a la tradición.
Es por eso que incluso en astrología Júpiter y Saturno expresan puntos de vista antitéticos, un poco como el padre y el hijo del memorable «Padre e hijo» de Cat Stevens. Y si Saturno expresa el principio de la realidad, Júpiter contrapone el principio de la visión, la capacidad de imaginar mundos nuevos y diferentes, de ir más allá de ciertas dificultades o incluso de ciertos límites. Como para cada par de «opuestos» astrológicos, el equilibrio se encuentra en el medio, porque cada uno contiene un fragmento de verdad. Si fuera solo por Júpiter, todo sería optimista, indulgente, de mangas anchas. Todo sería imaginar, experimentar, explorar. Si fuera solo por Saturno, todo sería severo, básicamente pesimista. Pero es en el equilibrio entre los dos que nace el realismo, que el impulso creativo de Júpiter da vida a la realización de una empresa concreta. Siempre los he imaginado como el «contenido» (Júpiter) y el «contenedor» (Saturno). Y en el transcurso de la vida trabajamos constantemente para actualizar ambos. Si solo tenemos nuevos contenidos (nuevas ideas, ganas de cambiar, impulsos inspiradores) sin que el contenedor esté listo para recibirlos, se desbordan y se pierden. Pero si trabajamos solo en el contenedor (en el formulario, en la regla, en la disciplina) existe el riesgo de que sea perfecto pero vacío.